GESTIîN Y CONSERVACIîN DE SUELOS Y AGUAS

3er curso de Ciencias Ambientales

Carlos Dorronsoro

cfdorron@ugr.es

Departamento de Edafolog’a y Qu’mica Agr’cola

Facultad de Ciencias

Universidad de Granada

 

 

Tema 16. Sistemas de evaluaci—n de capacidades de uso categ—ricos. Clases agrol—gicas USDA. Soil Fertility Capability Classification (FCC).

 

OBJETIVOS CONCRETOS

En este tema se quiere ense–ar a evaluar a los suelos para capacidades de uso agr’cola/ganadero/forestal por dos sistemas categ—ricos no paramŽtricos: las Clases Agrol—gicas y el FCC. 

 

 

 

Clases agrol—gicas (Land Capability Classification).

 

            El mŽtodo fue elaborado por el Soil Conservation Service de USA segœn el sistema propuesto por Klingebiel y Montgomery (1961).

 

            Ha sido ampliamente utilizado en todo el mundo con numerosas adaptaciones. Es un sistema categ—rico que, en su versi—n original, utiliza criterios cualitativos. La inclusi—n de un suelo en una clase se efectœa de una manera inversa, es decir, no buscando de forma directa la idoneidad, sino su grado de limitaci—n respecto de un par‡metro en funci—n de un uso concreto. Para clasificar un suelo se utilizan un conjunto de caracteres. En un principio Klingebiel y Montgomery  utilizaron unos que definen la capacidad productiva (intr’nsecos: profundidad del suelo, textura/estructura, permeabilidad, pedregosidad, rocosidad, salinidad, manejo del suelo; extr’nsecos: temperatura y pluviometr’a) y otros que valoran la pŽrdida de productividad (pendiente del terreno y grado de erosi—n).  Pero los distintos autores que han utilizado este mŽtodo han ido cambiando los par‡metros diferenciantes segœn sus necesidades (se han introducido valores de materia org‡nica, pH, grado de saturaci—n, capacidad de cambio de cationes, carbonatos, ...). Adem‡s es frecuente que en su aplicaci—n se introduzcan criterios cuantitativos  (se obtienen medidas de cada uno de los par‡metros y a cada clase se le asignan unos intervalos de cada par‡metro).

 

            Se consideran cinco sistemas de explotaci—n agr’cola:

 

            laboreo permanente,

            labores ocasionales,

            pastos,

            bosques, 

            reservas naturales.

 

            Se trata de un sistema que busca la producci—n m‡xima con m’nimas pŽrdidas de potencialidad.

 

            Se establecen  tres niveles de clasificaci—n:

 

            clases,

            subclases,

            unidades.

 

            Se definen 8 clases con limitaciones de utilizaci—n crecientes desde la I (la mejor) a la VIII.

 

            - laboreo permanente (o cualquier tipo de explotaci—n). Clase I, suelos ideales; clase II, suelos buenos pero con algunas limitaciones; clase III, suelos aceptables pero con severas limitaciones

            - laboreo ocasional (o pastos, bosques, o reservas naturales). Clase IV

            - no laboreo, solo pastos o bosques (o reservas naturales) no recomendable un uso agr’cola por presentar muy severas limitaciones y/o requerir un cuidadoso manejo; clases V, VI y VII)           

            - reservas naturales (clase VIII).

 

             Dependiendo del tipo de limitaci—n se establecen varias subclases de capacidad, Klingebiel y Montgomery definieron cuatro

 

            - e, para riesgos de erosi—n;

            - w, para problemas de hidromorf’a;

            - s, para limitaciones del suelo que afectan al desarrollo radicular;

            - c, para limitaciones clim‡ticas.

           

            Pero como ha ocurrido con otros aspectos de esta clasificaci—n los autores que la han utilizado han definido otra serie de subclases.

 

            Este sistema presenta indudables ventajas aunque no carece de inconvenientes (muy f‡cil y r‡pida; requiere pocos datos). Las clases son definidas con criterios muy generales, sencillos y f‡ciles de comprender y adaptar a regiones muy diversas, pero resulta dif’cil de aplicar con criterios objetivos. Todos los caracteres que configuran la capacidad agrol—gica tienen idŽntico peso. Una misma clase engloba a suelos muy diferentes al ser un s—lo par‡metro (el m‡ximo factor limitante) el que clasifica al suelo dentro de una determinada clase (en una misma clase podemos encontrar a un suelo que le falla el espesor junto a otro cuyo factor limitante es la salinidad). Con este sistema se obtiene una clasificaci—n muy general de la capacidad del suelo, ya que a veces se prescinde de numerosas caracter’sticas de los suelos de indudable interŽs, pero tiene la ventaja de que no es necesario tener un conocimiento profundo del suelo. Su utilizaci—n resulta ser bastante subjetiva si bien se adapta bien a la experiencia del evaluador (si se utilizan criterios cualitativos se hace muy r‡pida la evaluaci—n, no hace falta medir, pero los datos resultan ser dif’cilmente utilizables por otro experto, por ejemplo si un suelo se clasifica dentro de una clase por tener poca materia org‡nica, el que ha clasificado sabe a lo que se refiere pero el que lo lee no sabe que quiere decir Òpoca materia org‡nicaÓ, À<1%? À1%? À2%? À4%? y esto se evita utilizando criterios cuantitativos, aunque estos tienen el inconveniente de que exigen la medida en el laboratorio de las caracter’sticas del suelo).

 

            Las principales caracter’sticas de las ocho clases las relacionamos a continuaci—n (pero bien entendido que se trata de la descripci—n de las caracter’sticas centrales de cada clase y que un suelo concreto no tiene que presentar todas ellas).

 

             Clase I: Los suelos de la clase I no tienen, o s—lo tienen ligeras, limitaciones permanentes o riesgos de erosi—n. Son excelentes. Pueden cultivarse con toda seguridad empleando mŽtodos ordinarios. Estos suelos son profundos, productivos, de f‡cil laboreo y casi llanos. No presentan riesgo de encharcamiento, pero tras un uso continuado pueden perder fertilidad.

 

            Cuando los suelos de esta clase se emplean para cultivo, necesitan labores que mantengan su fertilidad y preserven su estructura. Entre ellas se cuentan el abonado, la aplicaci—n de la caliza, las cubiertas vegetales o el abonado en verde y tambiŽn la aplicaci—n de restos de la cosecha, adem‡s de las rotaciones de cultivos.

 

            Clase II: Esta clase la integran suelos sujetos a limitaciones moderadas en el uso. Presentan un peligro limitado de deterioro. Son suelos buenos. Pueden cultivarse mediante labores adecuadas, de f‡cil aplicaci—n.

 

            Estos suelos difieren de los de la clase I en distintos aspectos. La principal diferencia estriba en que presentan pendiente suave, est‡n sujetos a erosi—n moderada, su profundidad es mediana, pueden inundarse ocasionalmente y pueden necesitar drenaje. Cada uno de estos factores requiere atenci—n especial. Los suelos pueden necesitar pr‡cticas comunes, como cultivo a nivel, fajas, rotaciones encaminadas a la conservaci—n de los mismos, mecanismos de control del agua o mŽtodos de labranza peculiares. Con frecuencia requieren una combinaci—n de estas pr‡cticas.

 

            Clase III: Los suelos de esta clase se hallan sujetos a importantes limitaciones en su cultivo. Presentan serios riesgos de deterioro. Son suelos medianamente buenos. Pueden cultivarse de manera regular, siempre que se les aplique una rotaci—n de cultivos adecuada o un tratamiento pertinente. Sus pendientes son moderadas, el riesgo de erosi—n es m‡s severo en ellos y su fertilidad es m‡s baja.

 

            Sus limitaciones y sus riesgos son mayores que los que afectan a la clase anterior, estas limitaciones con frecuencia restringen las posibilidades de elecci—n de los cultivos o el calendario de laboreo y siembra.

 

            Requieren sistemas de cultivo que proporcionen una adecuada protecci—n vegetal, necesaria para defender al suelo de la erosi—n y para preservar su estructura (fajas, terrazas, bancales, etc). Puede cultivarse en ellos el heno u otros cultivos herb‡ceos en lugar de los cultivos de surco. Necesitan una combinaci—n de distintas pr‡cticas para que el cultivo sea seguro.

 

            Clase IV: Esta clase est‡ compuesta por suelos con limitaciones permanentes y severas para el cultivo. Son suelos malos. Pueden cultivarse ocasionalmente si se les trata con gran cuidado. Generalmente deben limitarse a cultivos herb‡ceos.

 

            Los suelos de esta clase presentan caracter’sticas desfavorables. Con frecuencia se hallan en pendientes fuertes sometidos a erosi—n intensa. Su adecuaci—n para el cultivo es muy limitada. Generalmente deben ser dedicados a heno o a pastos, aunque puede obtenerse de ellos una cosecha de grano cada cinco o seis a–os. En otros casos puede tratarse de suelos someros o moderadamente profundos, de fertilidad baja, o localizados en pendientes.

 

            Clase V: Los suelos de esta clase deben mantener una vegetaci—n permanente. Pueden dedicarse a pastos o a bosques. La tierra es casi horizontal. Tienen escasa o ninguna erosi—n. Sin embargo, no permiten el cultivo, por su car‡cter encharcado, pedregoso, o por otras causas. El pastoreo debe ser regulado para evitar la destrucci—n de la cubierta vegetal.

 

            Clase VI: Los suelos de esta clase deben emplearse para el pastoreo o la silvicultura y su uso entra–a riesgos moderados. Se hallan sujetos a limitaciones permanentes, pero moderadas, y no son adecuados para el cultivo. Su pendiente es fuerte, o son muy someros. No se debe permitir que el pastoreo destruya su cubierta vegetal.

 

            La tierra de la clase VI es capaz de producir forraje o madera cuando se administra correctamente. Si se destruye la cubierta vegetal, el uso del suelo debe restringirse hasta que dicha cubierta se regenere.

 

            Clase VII: Los suelos de esta clase se hallan sujetos a limitaciones permanentes y severas cuando se emplean para pastos o silvicultura. Son suelos situados en pendientes fuertes, erosionados, accidentados, someros, ‡ridos o inundados. Su valor para soportar algœn aprovechamiento es mediano o pobre y deben manejarse con cuidado.

 

            En zonas de pluviosidad fuerte estos suelos deben usarse para sostener bosques. En otras ‡reas, se pueden usar para pastoreo; en este œltimo caso debe extremarse el rigor y el cuidado en su manejo.

 

            Clase VIII: Los suelos de esta clase no son aptos ni para silvicultura ni para pastos. Deben emplearse para uso de la fauna silvestre, para esparcimiento o para usos hidrol—gicos. Suelos esquelŽticos, pedregosos, rocas desnudas, en pendientes extremas, etc.

 

            En resumen los suelos de la clase I son suelos esplŽndidos con todas sus caracter’sticas id—neas (Òsirven para todo, con altos rendimientos y se pueden usar de cualquier maneraÓ). Y conforme nos vamos desplazando hacia las otras clases se van perdiendo prestaciones de los suelos.

 

            En la pr‡ctica para clasificar un suelo por este sistema de las Clases Agrol—gicas es muy œtil confeccionarse una tabla con los distintos valores exigidos para cada par‡metro en las diferentes clases (adem‡s facilitamos la comprensi—n a los futuros lectores). Yo he utilizado la siguiente tabla con buenos resultados. Para clasificar un suelo basta ir valorando la mejor clase posible para cada par‡metro y luego la clase del suelo queda representada por la del peor par‡metro (la clase m‡s alta de todas).



 

 

 

 

Soil Fertility Capability Classification (FCC) de BUOL y otros (1975)

 

            Fue propuesto por Buol y colaboradores en 1975 y modificado por Sanchez et al. (1982) y recientemente se ha publicado su œltima versi—n Sanchez et al. (2003) para evaluar la fertilidad de los suelos.

 

            La clasificaci—n de un suelo por este sistema se efectœa con tres niveles o categor’as. La primera, el tipo, se determina por la textura de la capa arable, o de los primeros 20 cm, si Žsta es m‡s delgada. Su denominaci—n y rango son:

            S : Arenosos  (arenosos y arenosos francos)

            L : Francos <35% de arcilla (excluidos arenosos y arenosos francos)

            C : Arcillosos > 35% de arcilla

            O : Org‡nicos > 30% de materia org‡nica hasta 50 cm o m‡s.

 

            El tipo de substrato es el segundo nivel y se utiliza cuando existe un cambio textural significativo dentro de los primeros 50 cm del suelo. Se expresa con las mismas letras, a–adiendo la "R" en caso de que una roca o una capa dura se encuentren dentro de esa profundidad. Evidentemente,  para el tipo O no se emplea el substrato.

 

            El tercer nivel est‡ constituido por los modificadores que son aquellos par‡metros qu’micos o f’sicos que influyen de manera negativa en la fertilidad del suelo y est‡n referidos a la capa arable (o a los primeros 20 cm). Para indicar la existencia de estos limitadores se emplean letras minœsculas. Por ejemplo:

 

            "g"       Exceso de agua.

            "d"       Aridez.

            Òe"       Baja capacidad de cambio

            "a"       Aluminio en cantidades consideradas como t—xicas..

            "h"       Acidez.          

            "v"       Caracter’sticas vŽrticas.  

            "k"       Deficiencias de potasio.

            "b"       Carbonatos libres.

            "s"       Salinidad.

            ÒnÓ       Sodio.                      

            " « "      Pocas gravas y fragmentos gruesos

            Ò «« Ó    Muchas gravas y fragmentos gruesos

            "%"     Pendiente (se indica el valor directamente, entre parŽntesis).

 

            En este sistema de clasificaci—n estos, y otros, modificadores est‡n definidos detalladamente con valores cuantitativos.

 

           

Interpretaci—n de tipos y de los substratos

S: significa alta velocidad de infiltraci—n, baja capacidad de retenci—n  de agua y dŽficit de nutrientes.

L: velocidad de infiltraci—n media, buena capacidad de retenci—n y adecuado contenido de nutrientes.

C: alta capacidad de retenci—n de agua pero baja velocidad de infiltraci—n, impermeables, graves problemas de hidromorf’a, suelos dif’ciles de cultivar, alto potencial de deslizamiento en pendiente. Hidromorf’a. .

SR: suelos excesivamente ‡ridos (suelo arenoso y adem‡s somero). Problemas de agua para cultivo y sometidos a fuerte erosi—n.

SL: buena velocidad de infiltraci—n y buena capacidad de retenci—n de agua y moderada presencia de nutrientes.

LR: limitaci—n para cultivos de enraizamiento profundo, problemas con la capacidad de retenci—n de agua.

LC: malas propiedades f’sicas del subsuelo. El control de la erosi—n debe ser muy cuidadoso.

CR: problemas de drenaje y de asfixia.

 

Interpretaci—n de las condiciones modificadoras

g: indica limitaciones en drenaje, hidromorf’a, condiciones asfixiantes

d: humedad limitada durante el per’odo de crecimiento

etc

 

Se trata pues de una terminolog’a tŽcnica en la que en el nombre est‡ representadas las principales limitaciones del suelo. No es una clasificaci—n propiamente dicha ni una sistema de evaluaci—n en clases.

 

Por ejemplo, para un Solonchak —rtico la clase FCC lo puede representar como LCds, que significaria que es un suelo susceptible a la erosi—n (por ÒLÓ), de limitado drenaje (por ÒCÓ), con dŽficit de agua (por ÒdÓ) y con problemas de salinidad (por ÒsÓ).

 

Otros ejemplos de nomenclatura:

                      

            Luvisol: SCdr+10%m

 

            Vertisol: Cdg5%vm

 

            Leptosol: LRtr+++65%

 

 

Referencias

 

Buol, S.W., Sanchez, P.A., Cate, R.B. and Granger, M.A. 1975. Soil fertility capability classification: a technical soil classification system for fertility management. In Bornemisza, E. and Alvarado A. (Ed.) Soil Management in Tropical America. N.C. State Univ., Raleigh, NC: 126-145.

 

 

S‡nchez, P.A., Couto, W. & Buol, S.W. 1982. The fertility capability soil classification system: interpretation, applicability and modification. Geoderma 27(4): 283-309.

 

Sanchez, P.A., Palm  Ch. A y Buol S.W. 2003. Fertility capability soil classification: a tool to help assesss soil quality in the tropics. Geoderma, 114. 157-185.

 

 

Klingebiel, A.A. & Montgomery, P.H. 1961. Land capability classification. USDA Agricultural Handbook 210. US Government Printing Office, Washington, DC.

 

McRae, S.G. & Burnham, C.P. 1981. Land evaluation. Monogr. soil survey. Clarendon Press,