Evaluación de Suelos
Tema 1. 1 Evaluación
de Suelos: conceptos. 2 Parámetros
evaluadores. 3 Sistemas de evaluación.
4 Evaluación general de los
suelos. 5 Bibliografía.
6 Test.
3. Sistemas de evaluación
Existen numerosísimos métodos de evaluación que utilizan
filosofías y técnicas muy diversas. Así unos métodos
valoran el grado de idoneidad de las propiedades, mientras que otros ponen más
énfasis en la posible existencia de factores limitantes para el uso del
suelo. Estos últimos son más coherentes ya que como sabemos lo
que verdaderamente va a limitar la utilización del suelo son sus características
negativas (según la Ley del Mínimo de Liebig), independientemente
del grado de idoneidad de otras propiedades más favorables.
Unos métodos
utilizan criterios cualitativos mientras que otros emplean parámetros
cuantitativos. Los sistemas cualitativos por lo común, se emplean en
estudios de reconocimiento cuyo objetivo es una evaluación general y
rápida de zonas amplias. Los métodos cuantitativos se utilizan
más frecuentemente en estudios detallados, se necesita más información
de los suelos, tanto para construir el sistema evaluador como a la hora de aplicarlo,
pero son más objetivos y con ellos los resultados son más fiables.
Otros métodos parten de datos cualitativos que son ponderados para obtener
un resultado final numérico.
Unos sistemas
agrupan las clases en una serie de niveles de distinta importancia
(orden, clase, subclase, tipo, …), son sistemas jerarquizados. Otros sistemas,
por el contrario, son monocategóricos, frecuentemente paramétricos.
En estos últimos se emplean fórmulas matemáticas de manera
que el resultado final se expresa en términos numéricos. Pueden
ser aditivos (Índice = A + B + C + D + ...) o con esquema multiplicativo
(Índice = A * B * C * D *...), estos últimos ofrecen mejores resultados
ya que siguen la ley del mínimo. Los aditivos dan una evaluación
que suele ser correcta desde un punto de vista teórico pero pueden proporcionar
evaluaciones poco realistas al no quedar bien representadas las graves consecuencias
que implica la existencia de un solo factor muy limitante.
Pongamos
un ejemplo. Supongamos una evaluación con cinco parámetros valorados
de 1 a 0,1 por los dos sistemas (aditivo y multiplicativo) para dos suelos;
uno, el suelo A, con todos sus parámetros idóneos (valoración
1) y otro suelo (el B) con cuatro parámetro con máxima evaluación
(1) y una con las peores calidades posibles (0,1)
Suelo A ==> Sistema aditivo
Índice = 1+1+1+1+1 = 5
Suelo B ==> Sistema aditivo
Índice = 1+1+1+1+0,1 = 4,1
Suelo A ==> Sistema multiplicativo
Índice = 1*1*1*1*1 = 1
Suelo B ==> Sistema multiplicativo
Índice = 1*1*1*1*0,1 = 0,1
Como vemos,
en el sistema aditivo apenas tiene repercusión en el índice final
el que el suelo tenga un parámetro muy mal evaluado (4,1 frente a 5 o
si lo pasamos a escala de 10, sería de 8,2 frente a 10) cosa que
no ocurre en el método multiplicativo (suelo A con índice 1 y
suelo B valorado en 0,1, que en escala de 10 sería 1 frente a 10). Esto
significaría que un suelo que tuviese todos sus parámetros de
buena calidad (profundidad, contenido en materia orgánica, textura, estructura,
...) pero que tuviera un contenido elevadísimo en sales se le daría
por el sistema aditivo una valoración muy buena aunque como podemos imaginar
este suelo no sirve para su explotación agrícola.
En general,
se admite que los métodos paramétricos son: simples, objetivos,
cuantitativos, fiables, fáciles de entender y aplicar (aún por
los no especialistas) y fáciles de modificar y de adaptar a nuevos usos.
Su principal inconveniente es precisamente que su objetividad y precisión
son ilusorias. Su desarrollo es difícil y si no esta bien elaborado los
resultados pueden ser completamente erróneos. Su esquema es demasiado
artificial y las relaciones entre las propiedades de los suelos y el resultado
de la evaluación están muy poco definidas. Estos sistemas, quizás
más que ningún otro, necesitan de una cuidadosa validación
de los resultados con valores de comportamientos de los suelos en la práctica.
En cuanto
al objetivo que persiguen estos métodos de evaluación también
hay un gran diversidad. Así unos sistemas persiguen fines agrícolas
mientras que otros buscan utilizaciones exclusivamente ingenieriles (como
soporte de construcciones, caminos, canales, fosos, cimentaciones, pilares,
vertederos, presas, fosas sépticas, …). Dentro de los sistemas
para usos agrícolas, unos evalúan la capacidad del suelo para
usos muy generales (cultivos, pastos y bosques) son los llamados Land Capability,
mientras que otros, los denominados Land Suitability, valoran la aptitud del
suelo para utilizaciones concretas, para un cultivo determinado (trigo, patata,
...) y con un determinado manejo del suelo. Las clasificaciones de Capacidad
de Uso definen los grados de capacidad en términos, generalmente, vagos,
fijándose fundamentalmente en las limitaciones para un uso general. Los
de Aptitudes Específicas proporcionan resultados más prácticos
pero necesitan de más datos tanto del suelo como referentes a las especificaciones
concretas para cada tipo de cultivo. Frecuentemente, los sistemas evaluadores
tienen en cuenta los efectos beneficiosos que pueden resultar como consecuencia
de introducir determinadas mejoras y se habla de evaluaciones potenciales.